martes, 10 de noviembre de 2009

La educación no puede seguir dirigida a la mera transmisión de conocimientos y de información, sino a desarrollar la capacidad de producirlos y utilizarlos. Este cambio está a la base de las actuales tendencias reformistas pero parece no encarnar en la práctica cotidiana docente, por lo que hay que poner acento a los fenómenos metacurriculares. Eso puede ser posible en la medida que las prácticas de calidad se socialicen.

NO NOS ASUMIMOS COMO SUJETOS HISTÓRICOS – FALTAN LAS NARRATIVAS

El profesorado juega un papel central en las transformaciones educativas del futuro, sobre todo, porque debe responder a la demanda de sentido que la sociedad contemporánea requiere, y ya está visto que no puede ser satisfecha de acuerdo a los parámetros tradicionales que han anquilosado a la escuela por décadas. Esto implica cambios en el rol del docente, que requiere de destrezas pedagógicas, afectivas, cooperativas, y participativas que garanticen la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje.

Las experiencias de los buenos profesores pueden ser re-creadas de acuerdo a la realidad de cada uno ya que la escuela necesita de experiencias que doten de sentido al proceso educativo escolar. Esto podría contribuir a reformular los planes de estudios, las estrategias docentes, los materiales, y la forma de pensar la escuela. El proceso y el sentido de las actividades para la mejora de la escuela deben atender a las particularidades de los buenos profesores para socializar sus ejemplos y establecer redes de acciones tendientes a actualizar la potencialidad de la escuela (Lieberman y Miller, 1992). Por ejemplo, introducir nuevas ideas o proyectos que pueden llegar a constituirse en experiencias sugestivas y significativas que permitan reconocerse y recobrar la confianza que puede parecer perdida.